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Testimonio de dedicación y trabajo en equipo desde la lavandería del hospital

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6 de mayo de 2025 – Área de Lavandería, Hospital General

En una entrevista realizada este 6 de mayo en el área de lavandería del Hospital General, Ricardo Eduardo Reynoso Reynoso, auxiliar de nutrición adscrito actualmente al servicio de lavandería, compartió su experiencia y reflexiones tras veinte años de labor ininterrumpida en la institución, de los cuales ocho han sido en este servicio esencial, aunque muchas veces invisible.

“Siempre me ha gustado trabajar en grupo”, afirma Ricardo con una sonrisa serena. Para él, el compañerismo y la buena comunicación son la clave para lograr metas colectivas. “Sacamos el estrés trabajando y haciendo bromas sanas entre compañeros. Esa unión es muy importante”, explica.

Ricardo destaca que, aunque su plaza pertenece al área de nutrición, ha encontrado en lavandería un lugar donde se siente útil y motivado. “Me gusta el trabajo a presión, y aquí siempre lo tenemos. Funcionamos como hormiguitas, todos con un mismo objetivo: sacar el trabajo adelante por el bien de los pacientes”, comenta con orgullo.

La importancia de su labor no pasa desapercibida para él. Reconoce que mantener limpia la mantelería hospitalaria —sábanas, cobijas, almohadas— es crucial para la salud de los pacientes. “Todo debe salir esterilizado. Entre más tiempo esté lavándose la ropa, mejor. Así evitamos alergias, virus y otras enfermedades”, asegura.

Tras dos décadas de servicio, Ricardo ofrece un consejo a sus compañeros: mantener el trabajo en conjunto y la buena relación interpersonal. “Así como hemos venido trabajando, debemos seguir. Todo lo hacemos por el bien del hospital y de los pacientes”.

Finalmente, hace un llamado respetuoso pero firme a las autoridades del hospital: “Que se den una vuelta por todos los servicios, no solo por lavandería. Hay cositas que necesitamos a diario, como el arreglo de máquinas. A veces basta con que nos escuchen”.

El testimonio de Ricardo Reynoso refleja no solo el compromiso de los trabajadores de servicios generales, sino también la importancia de reconocer su labor silenciosa pero vital dentro del sistema de salud.

Clausura de Internado Rotativo de Enfermería y Nutrición en el Hospital de Especialidades Eugenio Espejo: 69 nuevos profesionales culminan su formación con éxito

El Hospital de Especialidades Eugenio Espejo celebró la clausura oficial del internado rotativo de los programas de Enfermería y Nutrición, reconociendo el esfuerzo y compromiso de 47 internos de Enfermería y 22 de Nutrición que, durante un año, se formaron en esta institución referente de salud y enseñanza en el país.

Durante la ceremonia, la Mgs. Gabriela Asanza, gerente subrogante del hospital, felicitó a los internos por haber superado esta importante etapa de su formación profesional y resaltó la importancia de su labor en la atención y promoción de la salud en Ecuador.

“Este logro no solo refleja su dedicación y esfuerzo, sino también su compromiso con el bienestar y la salud de nuestra comunidad. Cada acción, por pequeña que parezca, tiene un impacto profundo en la vida de las personas. Su empatía, ética y profesionalismo serán sus mejores herramientas para brindar una atención de calidad y contribuir al fortalecimiento del sistema de salud,” expresó Asanza.

La ceremonia destacó el papel esencial de los internos de Enfermería como primeros respondientes en muchos sectores del país, especialmente en zonas rurales, donde asumen un rol clave tanto clínico como comunitario. De igual forma, se reconoció el trabajo de los internos de Nutrición, quienes con sus conocimientos enfrentan retos fundamentales para la salud pública como la desnutrición, el sobrepeso y la obesidad.

El Hospital Eugenio Espejo, con 91 años de trayectoria, continúa siendo una institución formadora de excelencia, promoviendo valores como el servicio, la ética y la vocación en las nuevas generaciones de profesionales de la salud.

Este cierre marca no solo el fin de una etapa académica, sino también el inicio de un nuevo camino en el que estos 69 futuros profesionales tendrán la oportunidad de aplicar sus conocimientos en contextos reales, muchos de ellos en zonas rurales del país, reafirmando su compromiso con el bienestar de la población.

¡Felicitaciones a los nuevos profesionales de la salud del Ecuador!

Hospital Eugenio Espejo gradúa a 141 nuevos médicos internos rotativos tras un año de formación integral

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La ceremonia de clausura destacó el compromiso ético y humano de los futuros médicos, que se preparan para iniciar su año de Salud Rural en diversas comunidades del país.

En una emotiva ceremonia realizada en el auditorio principal del Hospital de Especialidades Eugenio Espejo, 141 internos rotativos de medicina culminaron oficialmente su año de formación académica y práctica profesional, consolidando su camino hacia el ejercicio médico en el Ecuador.

El Hospital Eugenio Espejo, con 91 años de trayectoria como centro de referencia en salud y docencia universitaria, ha sido pieza clave en la formación de profesionales de la salud, transmitiendo no solo conocimientos técnicos, sino también valores éticos y humanos que caracterizan a los médicos del país.

La ceremonia contó con la intervención de la Mgs. Gabriela Asanza, gerente subrogante del hospital, quien en su discurso felicitó a los nuevos médicos y destacó la relevancia de la etapa que inician:

“Hoy celebramos un hito trascendental en la vida de 141 futuros médicos que culminan su internado rotativo. Esta etapa ha sido más que una práctica académica; ha sido una inmersión profunda en la realidad de nuestra salud pública, donde cada uno de ustedes ha enfrentado desafíos clínicos, ha tomado decisiones críticas y ha experimentado la nobleza y complejidad de la medicina”, expresó.

Gabriela Asanza resaltó también el papel fundamental que cumplirán los nuevos médicos durante su próximo año de Salud Rural, calificándolo como una oportunidad invaluable para servir en comunidades con acceso limitado a servicios de salud.

A partir de hoy, se abre ante ustedes una nueva etapa. En este año serán los referentes de salud en sus comunidades asignadas. Su labor no solo impactará en la salud individual, sino también en el bienestar colectivo. La empatía, la escucha activa y el respeto cultural serán sus mejores herramientas para brindar una atención de calidad”, añadió.

Los internos rotativos completaron un año de prácticas hospitalarias en diversas áreas clínicas, enfrentando los retos de la atención en salud pública y fortaleciendo su capacidad para atender con profesionalismo y humanidad. La clausura contó con la presencia de autoridades académicas, docentes, familiares y amigos, quienes celebraron este logro como un paso significativo en la carrera de los nuevos profesionales.

Finalmente, la gerente subrogante exhortó a los médicos a mantener su compromiso con la equidad y la justicia social en salud, pilares esenciales en la atención médica en el país.

El Hospital de Especialidades Eugenio Espejo reafirma así su misión de formar médicos íntegros, comprometidos y preparados para enfrentar los desafíos de la salud en Ecuador.

Con este acto de clausura, se marca el inicio de una nueva etapa para los 141 médicos, quienes asumirán ahora el desafío de servir a las comunidades rurales, llevando consigo no solo conocimientos clínicos, sino también la vocación de servicio que caracteriza a los profesionales de la salud formados en el Hospital Eugenio Espejo.

2015 profesionales, una sola misión: cuidar tu salud con calidad y calidez humana

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Quito. – El Hospital de Especialidades Eugenio Espejo reafirma su compromiso con la salud de los ecuatorianos a través de su equipo humano conformado por 2015 profesionales que, día a día, trabajan con una única misión: brindar atención de calidad y con calidez humana.

Cada médico, enfermera, técnico y colaborador forma parte de esta gran familia dedicada a salvar vidas y promover el bienestar integral de los pacientes. Desde las salas de emergencia hasta las áreas de especialidades más complejas, el esfuerzo colectivo se traduce en atención oportuna, tratamientos innovadores y un acompañamiento cercano a quienes confían su salud en esta institución.

“El verdadero valor de un hospital no solo está en su infraestructura o tecnología, sino en la calidad humana de su gente”, señaló el Dr. [Nombre del vocero], director del hospital. “Cada uno de nuestros colaboradores entiende que detrás de cada diagnóstico hay una historia, una familia, una esperanza.”

Con más de [años] de servicio, el Hospital de Especialidades Eugenio Espejo se consolida como un referente en el sistema público de salud, garantizando acceso equitativo, excelencia médica y un trato digno para todos los ecuatorianos.

Hoy, más que nunca, su lema cobra vida: 2015 profesionales, una sola misión: cuidar tu salud con calidad y calidez humana.

“Me devolvieron la esperanza”: la historia de María, una mujer que venció al cáncer tras años de dolor y silencio

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Durante años, María Matilde Guaján convivió con una masa en el cuello que creía inofensiva. En San Luis de Agualongo, su comunidad natal en la provincia de Imbabura, estas protuberancias son comunes y muchas veces asociadas al bocio, un padecimiento casi cotidiano en la zona rural andina. Sin embargo, lo que afectaba a María era mucho más grave: un cáncer de tiroides avanzado que invadía silenciosamente las estructuras profundas de su cuello.

María, de 59 años, soportó durante dos años un dolor constante. Dejó de trabajar, se aisló socialmente y apenas podía dormir por las molestias y la dificultad para respirar. “Me quemaba, me dolía el brazo, el cuello… sentía que ya no podía más”, relata. Su estado físico y emocional se deterioraba con rapidez. Para cuando llegó al Hospital de Especialidades Eugenio Espejo, en Quito, el pronóstico era reservado. Varios centros de salud ya la habían desahuciado.

Pero el equipo médico del hospital decidió intentarlo todo.

El pasado 19 de marzo, María fue sometida a una cirugía de seis horas de duración. El procedimiento incluyó la extracción de una masa tumoral de casi 20 centímetros y la reconstrucción de la zona afectada del cuello mediante injertos de piel tomados del pecho. Fue una operación de alta complejidad, con múltiples riesgos y sin garantías de éxito. “No sabíamos si iba a salir de la operación, pero lo lograron”, cuenta su hija, quien no se separó de su lado en todo el proceso.

Actualmente, María continúa en seguimiento médico estricto. Cada tres días acude al hospital para limpiezas y controles postoperatorios. Aunque ha quedado con secuelas visibles —como la caída parcial de un párpado— su calidad de vida ha mejorado notablemente: respira mejor, el dolor ha disminuido y ha comenzado a recuperar la esperanza.

“Me han devuelto las ganas de vivir”, afirma con lágrimas en los ojos. Ya piensa en volver a hacer tapices, una labor que ama, y en cuidar de sus animales, pequeñas actividades cotidianas que le dan sentido a su día a día.

La historia de María es también un llamado de atención sobre cómo, en muchas comunidades, ciertas enfermedades se han normalizado al punto de pasar inadvertidas hasta que es demasiado tarde. Y, al mismo tiempo, es un testimonio de que incluso en los escenarios más complejos, la medicina, la entrega profesional y la fe pueden abrir una nueva oportunidad.

Porque a veces, volver a vivir empieza simplemente con poder respirar… sin miedo.

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