Enma Malvacías, nuestra eterna guerrera, dejó huellas imborrables en este hospital, más que recuerdos: lecciones de vida. Su diagnóstico de cáncer la trajo a nosotros, pero fue su fuerza, alegría y capacidad para inspirar lo que nos marcó profundamente. Con una sonrisa constante, transformaba las dificultades en razones para avanzar, llenando cada espacio con su luz y energía.
Hoy, al detenernos frente a su foto, sentimos que sus huellas siguen vivas en este hospital. Esas huellas que dejaron más que recuerdos, dejaron lecciones. La esencia de nuestra gestión ha estado siempre centrada en nuestros pacientes, en su salud y bienestar. Pero también sabemos que el verdadero motor de nuestra labor son ellos: son las historias que compartimos, los avances que celebramos, las mejoras en su salud, por pequeñas que sean, que nos hacen seguir adelante. Son ellos los que nos alimentan con su lucha, con su esperanza, con su alegría.
Gracias, Enma, por dejarnos ser parte de tu historia, por enseñarnos a luchar con la misma pasión y entrega con la que lo hiciste tú. Gracias por cada palabra de apoyo, por cada vez que compartiste tu testimonio con otros, por cada sonrisa que regalaste en los momentos más difíciles. Sin duda, eres el ejemplo de que no importa el diagnóstico, lo que importa es el coraje con el que se enfrenta la vida.