En el Hospital de Especialidades Eugenio Espejo, no todos los héroes visten uniforme médico ni aparecen en los titulares. Algunos transitan discretamente los pasillos, dejan huella en el alma de sus compañeros y sostienen, con su trabajo silencioso pero incansable, el corazón de la institución. Uno de esos nombres que resuena con fuerza es el de Esperanza Jácome Ruiz, conocida con cariño como “Esperancita”.
Su historia comenzó en 1988, cuando llegó al hospital sin estudios formales, pero con una voluntad férrea y un deseo inmenso de aprender. Inició su recorrido como auxiliar de radiología, formándose con humildad en el oficio y ganándose el respeto de todos a base de constancia. Hoy, más de tres décadas después, es asistente contable en el área financiera, desde donde cumple un rol crucial para el funcionamiento del hospital.
Aunque su labor no es visible en la primera línea de atención, es imprescindible en cada proceso que permite que la institución funcione con precisión:
– Revisión minuciosa de cuentas
– Control y conciliación de pagos
– Registro ordenado de medicamentos y compras
– Aseguramiento de pagos justos a cada proveedor
Cada número revisado por Esperancita es un acto de responsabilidad. Y aunque nunca cursó estudios formales en contabilidad, ha aprendido a través del trabajo diario, de la práctica, del apoyo de sus colegas, y sobre todo, de su inquebrantable compromiso con la institución.
Pero su historia no solo se escribe en números y reportes. También es la historia de una madre valiente, que sacó adelante a su hijo sola, siendo madre y padre a la vez. Su motor ha sido siempre él, incluso cuando enfrentó uno de los capítulos más difíciles de su vida: el diagnóstico de cáncer de mama. A pesar del dolor, los tratamientos y el agotamiento, jamás dejó de acudir al trabajo, demostrando que el amor por lo que se hace puede vencer cualquier adversidad.
Esperanza no es solo un nombre. Es una forma de vivir y servir. Representa la resiliencia, la gratitud y la responsabilidad que sostienen el espíritu del Hospital Eugenio Espejo. Es prueba de que el compromiso verdadero no necesita reflectores, porque brilla con luz propia.
A ti, Esperancita, gracias por tu entrega, por enseñarnos con el ejemplo y por recordarnos que la esperanza también se construye con cuentas claras, trabajo honesto y corazón firme.