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Quito, julio de 2025

Con más de tres décadas de servicio ininterrumpido, Tatiana Bucheli se ha convertido en uno de los rostros más representativos del área de Trabajo Social del Hospital de Especialidades Eugenio Espejo. Ingresó a la institución hace 33 años, con la energía de la juventud y una firme vocación por ayudar a los demás. Hoy, a sus 57 años, lidera con sensibilidad y firmeza un equipo que cumple un rol crucial en la atención integral de los pacientes.

“Siempre me gustó el área de salud, más aún el área hospitalaria”, afirma con una sonrisa serena. Desde sus primeros días, Tatiana entendió que el trabajo social va mucho más allá de los trámites: se trata de acompañar, de sostener emocional y humanamente a quienes atraviesan momentos difíciles.

A lo largo de su trayectoria, ha sido testigo de la transformación del hospital: la incorporación de nuevas tecnologías, el crecimiento de la demanda y la complejidad de los procesos. Sin embargo, destaca que, junto a esos cambios, también ha crecido la humanidad con la que se brinda atención.

Uno de los capítulos más intensos de su carrera fue durante la pandemia por COVID-19. En ese contexto crítico, su equipo actuó sin descanso: lograron reinsertar pacientes en situación de abandono, coordinaron funerales dignos para extranjeros sin familia, y gestionaron apoyos para conectar a comunidades alejadas con el sistema de salud. “Son cosas que te van marcando y que tal vez el resto de personas no sepan”, cuenta con emoción.

Tatiana es clara al compartir su filosofía de vida: “Uno puede ser magíster, PhD… pero lo más importante es saber ser humano”. A las nuevas generaciones que se suman al hospital, les deja un mensaje lleno de experiencia: mirar con empatía, escuchar con atención y nunca dejar que la rutina apague la esencia del servicio.

Reconocida cariñosamente como “Tati” por sus colegas, su legado no solo se mide en años de servicio, sino en la huella que deja en cada paciente, en cada familia y en cada historia que acompaña. Su labor demuestra que el verdadero trabajo social nace del alma y se nutre, cada día, del amor al prójimo.